A principios de 1947,
cuando el Convenio de Aviación Civil Internacional estuvo ratificado por la
cantidad suficiente de países, el Consejo Interino de la Organización
Provisional de Aviación Civil (OPACI) convocó a la primera asamblea de la flamante
Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), que se esperaba realizar
en el Hotel Windsor de Montreal entre el 6 y el 27 de mayo de 1947. La
República Argentina, que ya había adherido al Convenio de Chicago de 1944, se
dispuso a participar con un importante equipo de profesionales, pues el
gobierno nacional era plenamente consciente de lo que se estaba jugando en
Canadá. Así, el 26 de abril de 1947 el Presidente Perón firmó el Decreto N°
11.285/47 integrando la delegación argentina que, como no podía ser de otra
manera, estuvo presidida por el Dr. Enrique Alberto Ferreira en su calidad de
Director de Aeronáutica Comercial de la Secretaría de Aeronáutica.
Binaghi, nacido en Buenos
Aires el 13 de julio de 1919, se había graduado de ingeniero civil en la
Universidad Nacional de Buenos Aires en 1943, a los veinticuatro años, y desde
entonces se había abierto camino en paralelo en dos actividades, la primera
como profesor de Física y Matemática y la segunda como ingeniero en la
Dirección de Infraestructura de la Secretaría de Aeronáutica. En uno y otro
escenario destacó inmediatamente por su seriedad, su mente analítica y su
capacidad prácticamente innata de encontrar soluciones donde todo el mundo veía
sólo problemas. Estas cualidades, además de su dominio fluido del idioma inglés,
la aseguraron un asiento en el Douglas DC-4 de FAMA que trasladó a la
delegación argentina a Canadá.
Desde el comienzo quedó claro que el principal cuerpo técnico de la naciente OACI era la Comisión de Navegación Aérea, pues allí se habrían de catalizar todos los problemas de interconexión aérea entre los distintos países del mundo, desde la inexistencia de radioayudas hasta el divergente tratamiento dado a las aerovías por los distintos Estados, pasando por la ausencia de una cartografía aeronáutica uniforme, telecomunicaciones estandarizadas y servicios de información fiables (especialmente en materia de meteorología). En el planteo de todos estos problemas, como en la postulación de soluciones económicas y prácticas, el Ingeniero Walter Binaghi pronto destacó entre todos sus pares, a punto que primer presidente del Consejo, el norteamericano Edward Pearson Warner, lo recomendó ante el gobierno argentino para que se desempeñara como miembro permanente de la Air Navigation Commission.
Ese fue el comienzo de la
asombrosa carrera de Walter Binaghi en la OACI, donde se desempeñó como miembro
de la Comisión de Navegación Aérea (1947-1957), presidente de la misma por
decisión mayoritaria de los delegados (1949) y presidente del poderoso Consejo
por decisión unánime de todos los Estados miembros de la organización (1957-1976).
Así, de ser un cauto ingeniero veinteañero, de aspecto juvenil y bonachón, Binaghi devino peso-pesado de nivel mundial, un argentino infatigable que honró con creces a su cuna y a su país, liderando procesos realmente complejos en un tiempo en que la Aviación Civil vivió la transformación más acelerada y dramática de su historia. En efecto, cuando Binaghi devino miembro de la ANC en 1947, la inmensa mayoría de los países del mundo carecía de sistemas de ayuda a la navegación aérea, mientras que para 1976 la red de estaciones VOR-DME era prácticamente mundial, habiéndose instalado numerosos emisores OMEGA para cubrir los vacíos oceánicos.
Bajo la conducción de
Binaghi, la OACI contribuyó al crecimiento sostenido del transporte aéreo
internacional, pasando de los aviones transformados a partir de rezagos de la
Segunda Guerra Mundial (AVRO Lancastrian, Douglas C-47) a los aviones de línea
de diseño específico que marcaron los estándares modernos (Convair CV-240,
Martin 202), para luego saltar de los jets de primera generación que duplicaron
la velocidad del tráfico de pasajeros (De Havilland Comet, Boeing 707, Douglas
DC-8) para terminar en los jets de fuselaje ancho que permitieron el turismo
internacional de masas (Boeing 747, Douglas DC-10, Lockheed Tristar).
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| Sede de la Organización de la Aviación Civil Internacional en Montreal (Canadá)(AE&O) |
Binaghi estuvo detrás de todas las discusiones que llevaron a la uniformidad de los procedimientos de certificación de productos aeronáuticos, lo que permitiría en definitiva la dispersión fabril de una misma marca (como ocurrió con Piper Aircraft Corporation en Polonia, Brasil, Colombia y Argentina) y la integración de esfuerzos de varios países en un misma línea de montaje (como ocurrió con el consorcio franco-británico que alumbraría al avión supersónico Concorde y su consecuencia, el consorcio Airbus)
Walter Binaghi se terminaría retirando de la OACI el 31 de julio de 1976, tras veintinueve años de servicio de los cuales diecinueve habían pasado al frente del Consejo. Para entonces la Aviación Civil exhibía un grado de madurez equivalente al actual, con pronósticos meteorológicos satelitales, políticas protección ambiental y hasta mecanismos de protección contra actos de terrorismo.
Incluímos este reconocimiento a la figura del Ingeniero Binaghi, pues su acercamiento a la aviación se produjo como ingeniero en la Dirección de Infraestructura de la Secretaría de Aeronáutica. Aquí se distinguió tanto como lo haría a futuro en la OACI y lo mejor de su paso es que dejó legado, pues los técnicos que lo sucedieron fueron notables profesionales como los ingenieros Víctor Acuña, Víctor Alvarez Ojea, Oscar Grimaux , el arquitecto Mario Oppici y Daniel Bermúdez.
Binaghi falleció el 16 de julio de 2006 a la edad de 87 años.




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