domingo, 19 de julio de 2020

Hipódromo General Paz (Córdoba)

31°24´49.01” S - 64°09´10.49” W
390 mts SNM
(Ubicación aproximada del centro del campo. Esquina de Germania y Remedios de Escalada)

Los hipódromos fueron los lugares de excelencia que utilizaron los primeros aviadores como improvisados aeródromos. Pero en rigor de la verdad no fueron aeródromos y a los efectos de nuestro Blog, no deberían estar incluídos aquí. No obstante, hemos decidido hacerlo pues la mayoría de ellos fueron la semilla de aeródromos de antología y forman parte del mismo patrimonio que pretendemos conservar.

Después de los actos del Centenario en 1910, la Argentina se vio invadida por varios aviadores que partieron desde Buenos Aires a casi todas las ciudades importantes del país, en busca de presentarse con exhibiciones en vuelo y hacer de ello un negocio.  

Córdoba era por entonces una de estas ciudades y por tener una alta concentración poblacional era ideal para llevar el nuevo espectáculo. El 21 de agosto de 1910 llegó aquí un ignoto aviador francés llamado Frances Pierre de la Compre de la Boissiere con un monoplano Blériot semi desarmado y que trasladó directamente al hipódromo de Altos General Paz, donde intentaría hacerse al aire.

Ubicación del Barrio de General Paz dentro de la macha urbana cordobesa.
Esta pista de carreras estaba ubicada sobre tierras de propiedad de Augusto López. Un hombre de gran riqueza y que había facilitado el lugar al Jockey Club Córdoba, ya que la accesibilidad al Hipódromo Nacional, su lugar común de eventos, estaba comprometida.

Las características de los hipódromos eran perfectas para efectuar estos espectáculos. Eran despejados de obstáculos, aptos para concentrar grandes cantidades de público y sobretodo se podía cobrar una entrada que permitía pagar el honorario del aeronauta. Este lugar es actualmente la esquina de las Avenidas Patria y 24 de septiembre del Barrio General Paz.

Ubicación aproximada del Hipódromo sobre el damero urbano actual del Barrio General Paz.
Ese día el piloto francés intento repetidas veces despegar el Blériot, pero fracasó en cada una de ellas. Con una gran decepción, los cordobeses debieron esperar algún tiempo más para ver un avión sobre sus cabezas.

Para el mes de diciembre de ese año, se había programado una visita del Presidente de la Nación Dr. Roque Sáenz Peña a Córdoba. Previendo la gran concentración de público, el italiano Bartolomeo Cattáneo despachó por tren su Bleriot XI a esta ciudad y entre los días 8 al 12 de diciembre efectuó exitosamente numerosos vuelos desde el hipódromo. El paso de dos aviadores por el lugar hizo que desde entonces el hipódromo fuera reconocido como el circunstancial “aeródromo” de la ciudad, aunque no existiera ninguna instalación específica, además de las requeridas para las comodidades del público.

En julio de 1914, Cattáneo volvió a Córdoba con motivo de los festejos patrios, despegando desde el Hipódromo de Altos General Paz y volando el mismo día 9 de julio sobre la ciudad. Aunque la explosión de la Gran Guerra en el continente europeo produjo una notoria contracción en la actividad aeronáutica en el país, la mayoría de los vuelos en la ciudad de Córdoba tuvieron como destino y origen el Hipódromo.

La presencia de estas máquinas en la ciudad siempre despertaban el interés de los jóvenes que veían en la aviación la cuota necesaria de adrenalina que impone esa edad.

Exactamente cinco años después, en el mes de junio de 1919, aterrizó allí mismo un pesado biplano con marcas militares y cuyo piloto era un carismático inglés cuya presencia en Córdoba sería determinante para el futuro de la aviación civil de la provincia.

No era otro que Shirley G. Kingsley, un piloto retirado del Royal Flying Corps, que intentaba establecerse como empresario aeronáutico en nuestro país. Para ello, importó un Airco DH.4A propulsado por un motor Rolls Royce Eagle VIII de 398 hp y con capacidad para dos pasajeros y el piloto. Con este bombardero civilizado, Kingsley llegó a Buenos Aires vía Montevideo ese mismo mes de junio y desde entonces su actividad de vuelos fletados fue casi permanente. Pero para Kingsley la oferta de vuelos con pasajeros no era excluyente en su interés comercial. Había conseguido Para sí la representación en el país de la Aircraft Manufacturing Company (AirCo) y con ella la provisión de algunas máquinas para vender aquí. Además del DH.4A con el que aterrizó en Córdoba, un biplano biplaza de instrucción DH.6 y un DH.16.

El día 16 de julio de 1919, el DH.4A de Kingsley aterriza nuevamente en el Hipódromo de General Paz. Esta vez con el redactor del Diario La Nación Dr. Enrique Loncan y el Sr. Ferreyra como pasajeros. Aunque el aterrizaje había sido sin novedad, Kingsley advirtió la poca resistencia del terreno y ello complicaría el despegue de hacerlo con el pasaje completo como estaba previsto. Decidió entonces despegar solo, para dirigirse a un campo más apto y desde allí despegar seguro. Durante la carrera de despegue, el avión se deslizó hacia la izquierda hasta colisionar con el alambrado perimetral del campo. Kingsley resultó ileso pero su biplano con severos daños que lo obligaron a desarmarlo y enviarlo por tren hasta Buenos Aires para su reparación.

Estado en que quedó el DH-4A luego del accidente en el Hipódromo de General Paz el 16Jul1919 (M. Farga de la Revista "Atlántida", archivo Marcelo Miranda)
Los cordobeses en general y los entusiastas en especial no podían creer el suceso. Habían pasado de la fragilidad del Bleriot de Cattáneo y de esporádicos vuelos militares a tener casi a diario un inglés con su biplano, repleto de pasajeros y que encima, lo despanzurraba en el patio de casa.

El tiempo que Kingsley demoró en desarmar el DH.4A, embalarlo y enviarlo a Buenos Aires para su reparación, fue el necesario para alentar a aquellos entusiastas cordobeses de concretar sus ganas de volar. El inglés, hecho mano de todas sus virtudes empresariales y no sólo convenció al grupo de reunirse en una institución, sino que además les resaltó las virtudes de aprender a volar en su propio avión, cuál era el más apto y cómo pagarlo.

De otro modo no se explica cómo, tan sólo diecisiete días después del accidente de Kingsley en el hipódromo, se aprobaran los estatutos y personería jurídica de un colectivo formado para la práctica deportiva y que al otro día se lo denominara “Aero Club Córdoba”. La primera Comisión Directiva estuvo constituida de la siguiente forma: Presidente, Esteban G. Juarez; 1º Vicepresidente, Ing. Eduardo Conil Paz; 2º Vicepresidente, Dr. Dardo H. Rietti; Secretario, Jorge Handley; Pro Secretario, Ramón García; Tesorero, Pedro Buonacucina; Vocales, Dr. Telazco Castellano e Ing. Del Caro.

Pero además, unos pocos días antes del accidentado vuelo a Córdoba, Kingsley había ordenado cuatro ejemplares del biplaza Airco DH.6 al Reino Unido para colocar en el país. Estos artefactos habían probado ser excelentes para la instrucción primaria en el Royal Flyng Corps. Eran muy básicos en su ingeniería, mecánica simple, fáciles de volar y de mantener y con una potencia adecuada de 90 hp, proporcionada por un motor R.A.F. 1A.

Airco DH.6 similar al que Kingsley le vendió al Aero Club Córdoba
Kingsley presupuestó la provisión de un DH.4 al Comisión Directiva del Aero Club y su propuesta fue considerada y aprobada en la sesión del 17 de diciembre de 1919. Allí se aceptaron las condiciones de la venta, estableciendo que el aparato debía ser entregado entre los días 23 a 28 de ese mismo mes en la ciudad de Córdoba. Además, el aero club había contratado los servicios de James  Richardson como instructor y piloto a cargo de los vuelos con pasajeros. Poco se sabe de la trayectoria de tal este Richardson, pero es muy probable que haya sido recomendado por el propio Kingsley.

Tampoco ha podido determinarse si por consejo de Kingsley o por iniciativa propia, la nueva institución se procuró su propio campo para utilizar como aeródromo. El accidente del DH.4 de Kingsley se había debido claramente a la longitud disponible del hipódromo y del estado del terreno. Estaba claro que la nueva institución no deseaba seguir de prestado en un campo poco apto. Además, era obvia la necesidad de un aeródromo para albergar un aero club.

El Aero Club terminó instalándose en los terrenos de propiedad de Ramón García. Era una gran parcela de 100 has, ubicadas sobre en el paraje conocido como “Las Playas”, sobre la Ruta N°20 que lleva a San Roque y a 7 km hacia el oeste de la ciudad.

Agradecemos la colaboración de Alberto Domínguez y Hernán Tejeda en la confección de la entrada Hipódromo General Paz.


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