Es bien conocida la política de brazos abiertos que el gobierno argentino tuvo para con los militares alemanes, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Nuestro país, fue abrigo y refugio de decenas de oficiales que sólo pretendían evadir las preguntas incómodas de los tribunales aliados de posguerra. Sabiendo que ello podía generarles desde grandes problemas a una condena lisa y llana. Muchos de los evadidos eran militares con profundos delitos de guerra, pero otros fueron sencillamente científicos, que su sólo crimen había sido estar a disposición del lado vencido de una cruenta guerra.
Reimar Horten antes de recibir la baja del servicio activo de la Luftwaffe (Internet) |
Entre ellos figuraba el doctor Reimar Horten que junto a su hermano Walter se dedicaron a la concepción de aviones sin grupo de cola o comúnmente conocidas como “alas volantes”. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Reimar fue incorporado a la Luftwaffe, ya que formaba parte de la reserva y alcanzó el grado de capitán de la misma hasta que fue rápidamente licenciado en 1941 para que pudiese formar la Horten Flugzeugbau GmbH para retomar sus tareas de investigación y diseño. No resultó fácil que un concepto tan avanzado como el del ala volante fuese aceptado pero en su curriculum vitae de 1950, Horten recuerda que cuando comenzó a diseñar y fabricar alas volantes toda la industria aeronáutica alemana estaba en contra de este concepto pero que sobre el final de la guerra casi todos los diseños de aviones de combate estaban configurados como alas volantes. Esto incluía su diseño más avanzado, el caza Horten Ho 229 birreactor de 1945, del que construyó tres prototipos y la Luftwaffe encargó 40 ejemplares de serie a la Gothaer Waggonfabrik que no se llegaron a fabricar por el fin de la guerra. En 1947 Horten escapó de Alemania y pudo llegar a Argentina donde firmó un contrato con el Instituto Aerotécnico que primero lo asignó al equipo de Kurt Tank. Pero debido a las discrepancias entre ambos diseñadores, se acordó que Horten formase su propio equipo de trabajo.
Con los años, Horten dejó el Instituto y se mudó a Athos Pampa (una localidad de montaña muy cercana a la Villa General Belgrano) y preparó su curriculum vitae para presentar a posibles empleadores. Pero no se conoce que ninguna empresa lo haya incorporado y Horten se dedicó a trabajos de consulta para otros equipos de diseño. Vivió en Athos Pampa hasta su muerte el 14 de agosto de 1993. Tanto él como su esposa Gisela, a quien conoció porque ofició de intérprete en la primera entrevista de Horten con Perón, están enterrados en el Cementerio Alemán en la Villa General Belgrano. Enfrente del acceso al aeródromo.
Lápida en el lugar de descanso de Reimar Horten y su esposa Gisella Hilger (Cristian Blum) |
Placa homenaje al Dr. Horten de los Aviadores Civiles Argentinos de agosto de 2014 (Cristian Blum) |
Agradecemos la colaboración de Cristian Blum y Marcelo Miranda.
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